Un espectador
tendrá que atribuir a una obra artística tema y contenidos expresados con
originalidad e imaginación (sustancia). Por su parte, la obra,
estructurada como expresión a partir de ciertos principios que ordenan sus
signos en tiempo y espacio (forma), evidencia el toque personal del
artista (técnica) que le dan un distintivo particular. Utilizamos aquí el
término técnica no sólo para referirnos a la maestría en el manejo de los
materiales, sino a la integración de forma y sustancia en una creación
original.
La sustancia es
el tema que el artista trata de comunicar; su concepción o su sueño, los
aspectos de la vida que desea subrayar o expresar, las emociones, sentimientos,
estados de ánimo o ideas que quisiera compartir con su público. El valor
artístico de esta sustancia se mide por su originalidad, su verdad, su cualidad
imaginativa y su sinceridad.
La forma se
utiliza para proyectar o transmitir estos sentimientos o ideas. Sólo mediante
una forma determinada se podrá proyectar la sustancia. Ésta puede ser un poema,
un cuento, una danza, un drama u obra teatral, o cualquier tipo de expresión
artística.
La forma constituye el producto
tangible del artista. La forma incluye determinadas reglas, fórmulas, pautas,
convenciones o esquemas, cualquiera que sea el término que seleccionemos, la
historia ha demostrado muchas veces que las convenciones de una forma cambian y
que las reglas o principios no deben limitar el arte: aunque cada arte
constantemente crea reglas.
La técnica es el
tercer elemento, que consiste en ajustar o combinar la sustancia y la forma.
Constituye el método personal del artista para lograr su fin e implica la
selección y el arreglo de sus materiales para conseguir un efecto determinado.
La técnica es además el elemento que distingue la obra de un artista de otro; a
menudo se le llama su estilo o cualidad personal, porque se trata, en esencia,
del auto proyección del artista. Por ejemplo, el cine, el teatro y la
televisión, son muy semejantes en cuanto a su sustancia y su forma, pero varían
muchísimo en su técnica.
El propósito final de todo arte
es transmitir las ideas o emociones del artista: Producir placer estético y
ayudarnos a comprender la vida.
Fuente: Wright, Edward A.
Para comprender el Teatro Actual.
Tercera reimpresión. Fondo de
Cultura Económica. 1995
Experiencia de la apreciación artística
Analizar,
interpretar y valorar son las tres operaciones básicas a realizar,
si se quiere tener una experiencia con el arte que no se quede en lo
trivial.
Para analizar, es
importante observar, escuchar o dado el caso, interactuar con la
obra. Al mismo tiempo, es importante hacer una descripción de los
elementos constitutivos de la obra, desde los más sencillos a los más
complejos: sonidos, colores, formas, escenas, etc.
Al interpretar, se
deben considerar las características expresivas de los elementos
que conforman una obra artística en función del tema y sus
contenidos.
Valorar una obra
conlleva a emitir un juicio, luego de situarla dentro de una genealogía,
un periodo histórico, una tendencia, su género y estilo. La valoración tiene por
finalidad descubrir el grado de originalidad de una obra. El espectador además
cuenta con otras opciones para apropiarse de una obra:
•
Identificar y disfrutar la estética de sus elementos
configurativos bajo los principios de armonía, contraste,
espacio, composición, y ritmo.
•
Percibir los posibles efectos que una obra produce en su
sensibilidad, transformando su gusto, su manera de percibir la
realidad, de pensar el arte, por citar algunos ejemplos.
•
Asociar la obra artística a cualquier tipo de conocimientos,
experiencias, vivencias, recuerdos, y a otras obras o expresiones en otros
medios, no necesariamente artísticas. En otras palabras, vinculando a la obra
con una historia íntima, personal, con otra objetiva de referencias entre
obras artísticas (artes plásticas, danza, teatro, música), y de obras artísticas
con otras manifestaciones estéticas (artesanías y diseños).
•
El goce de una obra artística, puede provenir de
circunstancias y detalles inesperados, sorpresivos, fuera de todo
cálculo o estrategia para abordar la obra. Detalles de su realización técnica,
de su producción, cambios notables entre una reproducción y la obra original,
son sólo algunos ejemplos de las gratas sorpresas que guarda el arte a quien
está dispuesto a dedicarle tiempo y atención.
•
Otra manera de intensificar el disfrute de la obra artística,
consiste en formular hipótesis de sentidos, significados y efectos posibles de
la obra, y compartirlas con otras personas, explicándolas y
analizándolas. Buscando diferencias y consensos para validar nuestro juicio
estético.
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